El próximo domingo 4 de septiembre tendrá lugar el plebiscito constitucional en el que los ciudadanos están convocados a Aprobar o Rechazar el borrador de Constitución propuesto por una Convención elegida mediante voto popular.
Al momento de escribir esta columna todas las encuestas que dan como triunfadora la opción del Rechazo. De confirmarse, la Constitución actual, reformada casi en su totalidad en el Gobierno de Ricardo Lagos, continuara rigiendo. Por supuesto, habrá acercamientos entre los representantes del espectro político actual –de hecho, ya hay algunos-, para valorar alternativas de cara al futuro, tiempo al tiempo.
Para tranquilidad de chilenos y amigos que nos observan desde lejos contarles que la evolución del país desde su fundación hasta nuestros días ha sido el respeto a valores superiores tales como velar por la estabilidad institucional, sometimiento al Estado de Derecho y la separación de poderes, reglas claras o seguridad jurídica entre los principales, estos pueden ser considerados como los motores de la convivencia pacífica entre las diferentes formas de pensar. Eso sí, reconociendo que en los tres últimos años la coexistencia ha sido difícil, prueba de ello son las renovaciones de los Estados de Emergencia en la “macrozona sur”, o los frecuentes altercados de orden público por doquier.
Así, en una Latinoamérica convulsa este obrar de Chile una vez consolidada la independencia de España y creado el cargo de Presidente de la República en 1826 constatamos el acatamiento a los principios citados, como ejemplo solo han sido 33 los individuos que han ocupado esta posición hasta nuestros días cumpliendo fielmente la normativa vigente. Y si alguna vez hubo informalidad el orden se restableció. El elegido debe gobernar para la totalidad de los habitantes y residentes, no solo para los que le votaron.
Como es lógico, de los resultados del plebiscito venidero saldrán ganadores y perdedores, pero lo evidente es que ningún chileno sobra haya perdido o ganado, cualquiera sea su origen, creencias y forma de pensar, habrá que seguir conversando, la vida sigue.
A los amigos inmigrantes muchos llegados en avalancha y desordenadamente a una nación en vías de desarrollo como la chilena, deberán cumplir con la legislación vigente y adaptarse a las circunstancias que les ha tocado vivir, ojalá podamos satisfacer vuestras necesidades y las de vuestras familias.
El gran despegue nacional ha acontecido en los últimos cuarenta años. Antes el gobierno era ejercido con una mirada hacia el interior, de espalda a Hispanoamérica y al mundo. A fines de los 50 y en los 60 hubo intentos por consolidar una Integración Latinoamericana, pero ahí no más quedó.
Claro está que, como en cualquier sociedad que se precie, encontramos aciertos y errores. La apertura de Chile al exterior en los 90 ha sido crucial para el desarrollo alcanzado hasta hoy y debe seguir profundizándose creando nuevas vías que nos ayuden a nosotros y a nuestros socios a continuar avanzando en este empeño, el acercamiento a otras latitudes debe seguir profundizándose apoyados en nuevas necesidades y tecnologías.
Uno de nuestros mayores errores está en el haber subestimado el área social, aunque reconocemos que la pobreza ha retrocedido hasta porcentajes muy alentadores. Hemos olvidado a grupos que no son autosuficientes, hablamos de solidaridad, nos necesitamos unos y otros, la individualidad tiene cabida en ambientes nivelados en donde existen otras opciones y oportunidades. En un entorno de derechos y obligaciones es necesario crear más programas de apoyo a los más rezagado no solo para beneficios de quienes lo requieran, sino, también de la colectividad en su conjunto, seguro que la respuesta la veremos en el cuidado del mobiliario municipal, en el retroceso de la delincuencia, de la paz ciudadana etc., etc., etc.
Igualmente, en Educación con mayúscula hay demasiado que hacer, de entrada, expulsar a los activistas del signo que sean cuya prioridad es ajena a la enseñanza, vulneran los derechos de los padres. Devolver a los verdaderos maestros el control de la instrucción. Adaptar los currículos educativos a la realidad actual impregnada por la digitalización de prácticamente de casi todo.
¿Qué decir de las ideologías? Viven horas bajas, no nos equivocamos si afirmamos que sus defensores optan ante nada y prioritariamente por generar odio y desafíos espurios que no construyen, no mejoran la situación de las personas, simplemente las utilizan, la confianza está puesta en la anarquía, da lo mismo lo que suceda con quienes les siguen. Luego las culpas son de los demás y los réditos para indeseables.
Estamos en la coyuntura en la que debemos concebir a la política como el arte de lo posible. Las fuerzas políticas deberían emplear el poder gubernamental que se les ha conferido para conseguir aunar las diferencias entre las distintas ramas y como sucede en una negociación cada uno tendrá que ceder espacios asegurando el bienestar de la comunidad. Quienes pretendan imponer sus ideas sin más argumento que el desorden y la fuerza solo alargaran la inestabilidad del territorio, ante una ausencia de entendimiento solo hay decadencia.
La ceguera de parte de la dirigencia que se han convencido de sus propias mentiras atribuyendo a los ciudadanos deseos de enfrentamiento es absolutamente falsa. Existe cansancio de vivir en un ambiente de estancamiento, inseguridad y mediocridad. Triunfe el Rechazo o el Apruebo, los chilenos no están para celebraciones, es más, las preocupaciones giran principalmente en cómo llegar a fin de mes atendiendo los compromisos contraídos por la familia o por quienes viven solos.
Finalmente, consideramos valiosa las aportaciones que están realizando las organizaciones empresariales y los sindicatos, ninguna está en contra de cambios tales como laborales, pensiones o tributarios, eso sí piden ser incluidos en las conversaciones que buscan entendimientos de corto o largo alcance, las mejoras son necesarias, pero hay que hacerlas bien.
Tomás Pablo Roa, presidente ejecutivo de Wolf y Pablo Consultores, S.L
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