Ya lo decíamos hace unos días, en Chile los emprendimientos económicos comienzan a ser parte del ADN de una parte no menor de la población joven, en algunos casos estos son novedosos y en otros son innovaciones dentro de actividades ya conocidas que fortalecen y ganan en profundidad, o simplemente mejoran la competitividad.
Hoy nos referiremos a la fruticultura anticipándoles que gracias a las lluvias habidas durante la temporada posibilitarán que desde Chile lleguen entre 70 y 80 millones de toneladas de cerezas y/o 60 millones de uva de mesa a los mercados globales, esto después de una larga sequía que todos esperan se aleje por mucho tiempo.
Así, las frutas chilenas enviadas desde el hemisferio sur tienen reconocimiento en las principales plazas de Europa, Asia y Norte de América. Los agricultores chilenos mantienen liderazgos globales en cultivos como las cerezas, uvas, arándanos y nueces en los frutos secos. En los procesados lo tiene en manzanas, uvas y ciruela deshidratada. Y la cosa no acaba aquí, Chile es considerado un estudiante aplicado en la industria frutícola del mundo, son fiables en las entregas, cumplen con las normativas internacionales en cuanto a inocuidad alimentaria y facturan al exterior más de 50 especies de frutos diferentes.
El explosivo desarrollo de la actividad frutal tiene varias explicaciones, quizás una de las más importante la encontramos en la firma de numerosos tratados de libre comercio firmados con más de 65 naciones cuyo Producto Interno Bruto (PIB) en conjunto equivale al 88% del PIB mundial permitiéndoles acceder con su oferta a algo más de 5 mil millones de habitantes del planeta Tierra. Es decir, hay un salto de un mercado pequeño y cerrado a abrirse y contar con presencia en todos los continentes.
Claro está que, para alcanzar estos pactos entre naciones existen factores que han sido considerados y tenidos en cuenta por unos y otros, el más visible y entendible es la contraestación entre los dos hemisferios, cuando hay invierno en uno en el otro verano y viceversa. Casi el 80% de la población del orbe habita en la parte norte. A Chile lo localizamos en el sur, para algunos “en el fin del mundo”. Las condiciones edafoclimaticas chilenas son aptas para cultivo de frutas y vegetales; buena sanidad vegetal protegida por barreras geográficas una de las más llamativas es la cordillera de Los Andes, imponente de norte a sur, preservan los plantíos de bacterias, hongos o enfermedades que tienen lugar en otras latitudes.
También, destacamos la importancia que tienen en esto las entidades públicas, académicas y privadas, en estas últimas la presencia de agricultores es importante, facilita la existencia de coordinaciones y apoyos ante situaciones de cualquier índole. Tal es así que hace pocos días la dirigencia privada de la Agricultura nacional insistió en la urgencia de promulgar el Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (TPP11) ya aprobado por el Congreso evitando que se continúe con su dilatación. Un país como el chileno que de su apertura al mundo ha hecho su bandera la demora lo único que hace es transmitir incertidumbre donde no debe haberla.
Una nación como la austral que acumula infinidad de negociaciones comerciales firmadas en sus espaldas y, por cierto, con bastante éxito, nos hace preguntarnos ¿qué ganarían los agricultores chilenos en este momento con la promulgación del TPP11? De ratificarse, en lo concreto mejorar situaciones arancelarias que enfrentan algunos frutos chilenos para internarse en Japón, incrementando su competitividad; eliminaría prácticas anticompetitivas entre los signatarios; estar presentes si llegara a concretarse el ingreso de Corea del Sur y China. Asimismo, dentro las opciones que pueden abrirse en estos temas y otros nuevos son infinitas, Chile fortalecería su presencia en el Asia-Pacífico.
No menos importante para este sector lo constituye la modernización del Acuerdo de Asociación y Cooperación Chile-Unión Europea (UE), cuyas negociaciones terminaron hace bastante tiempo, en su momento no pudo firmarse por intereses de la UE y desde que asumió el presidente Boric abrió un espacio para “aclaraciones”. Si se llegara a rubricar en noviembre como han dicho -coincidiría con el 20 aniversario del que se firmara en 2002-, su entrada en vigor debería esperar todavía para dar paso a las “ratificaciones”.
Como es bien sabido el cambio climático que padece la humanidad ha traído calamidades tales como sequías intensas, escasez de agua, incendios graves, aumento del nivel del mar, inundaciones, deshielo de los polos, tormentas catastróficas y disminución de la biodiversidad, creemos que Chile no ha escapado a ninguno de esto padecimientos. Al igual que las personas, los fruticultores y demás operaciones sectoriales en marcha necesitan del líquido elemento, llevan tiempo hablando de 23 embalses nuevos, y solo uno ha sido construido.
Un tema imposible de soslayarse es todo lo relacionado con la logística en las exportaciones de fruta, los expertos avisan que los problemas vividos en los puertos el pasado ejercicio o el anterior no volverán a repetirse en este, pero hay que ser claro la logística es una parte estratégica del exportador de fruta por lo cual no debe desentenderse de ella.
Los expertos explican que es importante tener en claro que el mundo del productor es distinto al del operador logístico. Algunas recomendaciones: Trabajar con los mejores, no con los más baratos. Contratar personal especialista, con experiencia. Planificar y monitorear el viaje para actuar oportunamente. Evaluar las capacidades de los proveedores. Mejorar las estimaciones y comuníquenlas oportunamente. Tener alternativas: dos o más proveedores. Contar con un sistema en línea que permita trazabilidad. Fijar responsabilidades en contratos de prestación de servicio. Contar con seguro que cubra los eventos del viaje.
La institucionalidad pública y privada de los fruteros chilenos están actualmente en contacto con las compañías navieras, el propósito último de estas conversaciones es garantizar que las exportaciones de frutas locales lleguen en tiempo y con su alta calidad intacta.
Acabamos, en estos últimos 20 años, la superficie plantada con frutales ha aumentado a una tasa media anual de 3,2% entre 1999 y 2019, comenzando en 182.556 hectáreas en 1999, hasta la fecha actual, donde se registran 342.654 hectáreas, casi un 90% más. Lo que es claro es que muchos de los promotores frutícolas chilenos están dedicados en cuerpo y alma solo a la producción de fruta, viven de ello, dan trabajo y generan bienestar allí donde están.
Tomás Pablo Roa, presidente ejecutivo de Wolf y Pablo Consultores, S.L
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