El informe The Changing Wealth of Nations 2018 del Banco Mundial (BM) sitúa a Chile como el segundo más rico en recursos de América Latina.
Llega a esta conclusión luego de asociar cuatro tipos de capitales -natural, humano, producido y extranjero neto-: en 2014 tenía una riqueza de 237.713 dólares per cápita, solo superado por Uruguay (254.601 dólares).
No obstante estar aún bastante alejados de los países que lideran el estudio -Noruega, Qatar y Suiza-, los datos sí aportan pistas para continuar mejorando, lo cual es esencial cuando hablamos de invertir y promover los intercambios comerciales a escala global.
Conforme al reporte, la "riqueza mundial" se expandió entre 1995 y 2014 un 66%; eso sí, no lo hizo de modo uniforme. Así, nos encontramos con que los Estados de ingresos altos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) disponen de un patrimonio 52 veces mayor que el de aquellos de ingresos bajos.
A escala global, dos tercios de la "riqueza total" está representada por el capital humano, que es el componente trascendental. Refiriéndose a América Latina, este equivale al 60% de su acervo, en tanto que el capital producido representa el 24% y el capital natural, el 18%.
La importancia de la gestión
La sostenibilidad juega un papel preponderante en la gestión de las tierras agrícolas, los bosques y las áreas protegidas. Si esta está desarrollada, pueden ser generadores de beneficios in perpetuum. Diferente es la situación cuando se trata de bienes no renovables, como los combustibles fósiles, los minerales y algunos otros; una vez extraídos pueden contribuir a la financiación del desarrollo por una sola vez. La inversión que se haga de lo obtenido por su comercialización debe ser cuidadosa y pensada para crecer.
Igualmente, el BM apunta que, a medida que los pueblos avanzan y su desarrollo económico los impulsa hacia nuevas etapas, la configuración de la "riqueza" también varía y será administrada como activos que son por los gestores responsables. El crecimiento al que se aspira es debido en buena parte al manejo eficaz del capital natural y a la inversión de los ingresos provenientes de fuentes naturales, como los minerales, en nuevas infraestructuras y educación. Precisamente, estas transacciones dan como resultado una expansión de la fortuna absoluta de la nación.
Volviendo a Chile, de los cuatro elementos mencionados, el capital humano es el que más le aporta. A continuación figura el capital natural, que engloba bosques, áreas protegidas, campos de cultivo, tierras de pastoreo y productos del subsuelo.
Tal es la importancia que tiene para los chilenos el hábitat que les ha tocado en suerte que abrimos un paréntesis para informarles de la reciente creación de la Red de Parques Nacionales de la Patagonia chilena, que suma unos 4,5 millones de hectáreas. La extensión es superior al territorio de Suiza (4,2 millones de hectáreas). El objetivo es preservar los bosques nativos y las especies de flora únicas de la zona, así como estimular el turismo.
La red es fruto del esfuerzo conjunto entre el Estado de Chile y las fundaciones de Douglas y Kris Tompkins, la esposa del empresario fundador de The North Face y Esprit. Los ocho parques que contempla la red van desde la región de Los Lagos hasta la de Magallanes: Hornopirén, Pumalín, Corcovado, Melimoyu, Isla Magdalena, Cerro Castillo, Patagonia y Alacalufes. Incluye, además, zonas protegidas, nuevas anexiones y aportaciones privadas, como la de Tompkins.
Polo para el turismo
Cada año más de 100.000 turistas visitan la Patagonia, lo que la convierte en la región chilena más conocida por los visitantes foráneos, junto con el desierto de Atacama. En ella se encuentra un importante porcentaje de las áreas protegidas, que en los últimos cuatro años han sido visitadas por más de 10 millones de turistas, según datos oficiales. Para el 78% de los visitantes de larga distancia que llegan a Chile, la naturaleza es su principal motivación. La Patagonia chilena, de hecho, fue catalogada en 2016 como uno de los 10 mejores destinos para los amantes de la naturaleza y la fotografía, según la revista Forbes.
Regresando al estudio del Banco Mundial, al entorno le sigue el capital producido, que incluye maquinarias, estructuras, equipos y tierras urbanas. Cierran los efectos extranjeros netos, que comprenden el portafolio de acciones, títulos de deuda, la inversión extranjera directa y otro capital financiero poseído en otros territorios.
Como corolario del trabajo del BM, se deduce que el producto interno bruto, siendo valioso, prescinde en su estimación de estos recursos inestimables en poder de las naciones y de la manera en que se gastan. Para quienes apuesten por la internacionalización de sus empresas o aquellos profesionales en busca de un futuro mejor, esta "riqueza" debe tenerse en cuenta como índice de sustentabilidad de los países adonde desean dirigirse. En resumen, el desarrollo económico, caso de Chile, está ligado indisolublemente a la composición de su "riqueza", léase capital humano, natural, producido y foráneo.